14 de abril de 2012

El puto orgullo


Deseas todas las noches que cuando te levantes nada haya pasado. Que esa amistad que teníais no hubiera cambiado, que esa misma tarde volveríais a quedar como siempre, esas llamadas interminables, comidas en casa de una o de la otra se repitieran,  o simplemente que esas noches en las que ver películas o hablar hasta las tantas de la mañana no hubieran desaparecido. Intentas borrar fotos donde las dos salís juntas y riendo pero las lágrimas te lo impiden. Esa pregunta vuelve a tu mente, ¿Por qué tuvisteis que empezar a ir con las demás, y no solas como ya hacíais antes? Si no hubierais empezado a ir con ellas seguramente que ahora estarías hablando por teléfono o mandándoos mensajes. Pero lo decidisteis así, seríais más y podríais salir el doble y pasároslo mejor. Al principio sí, pero poco a poco os distanciasteis, algunas mentiras y salidas en las que no eras avisada y hubo un momento en el que se fue de las manos y acabasteis sin hablaros. Y la que era tu mejor amiga acaba siendo una desconocida. Y en estos momentos quieres coger el teléfono y llamarla para arreglarla, pero hay un problema; Tu puto orgullo no te deja hacerlo, por eso sigues estando mal todos los días, esperando que sea ella quien te llame, pero dentro de ti sabes que eso no sucederá porque las dos sois igual de orgullosas. Y aquí estas desahogándote en estas líneas en vez de coger el teléfono y poder dejar de una vez esas lágrimas que te impiden sonreír de verdad, como antes. 




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